El bótox es una toxina que se utiliza para relajar temporalmente los músculos. Aunque suena fuerte, es una herramienta segura y efectiva cuando es aplicada por profesionales de la salud capacitados. En el campo de la estética, el bótox se usa principalmente para reducir las arrugas faciales, pero también tiene otros usos médicos importantes.
El bótox actúa bloqueando las señales que los nervios envían a los músculos, evitando que se contraigan. Esto genera un efecto de relajación que reduce las arrugas o alivia los síntomas de las afecciones médicas mencionadas. Es un proceso que ha sido perfeccionado y ampliamente estudiado en el ámbito médico.
Cuando es aplicado por un profesional matriculado, el bótox es seguro. Sin embargo, como con cualquier tratamiento, existen algunos riesgos. A continuación, te detallamos los más comunes y lo que debés tener en cuenta:
Antes de someterte a un tratamiento con bótox, es importante que le cuentes a tu médico si te aplicaste bótox en los últimos cuatro meses o si estás tomando anticoagulantes. Esto podría requerir suspender temporalmente los medicamentos para evitar moretones durante el procedimiento.
No suele ser doloroso, pero si vas a tratar áreas sensibles, como las palmas de las manos, se puede aplicar anestesia local para mayor comodidad.
Se utiliza una aguja fina para inyectar pequeñas cantidades de bótox en la piel o músculos. El número de inyecciones dependerá del área a tratar y de tus necesidades específicas. ¡Todo el procedimiento es rápido y eficaz!
Es importante que no masajees la zona tratada durante las primeras 24 horas ni te recuestes en las primeras 2 a 4 horas. Esto ayuda a evitar que el bótox se desplace a otras áreas donde no es necesario.
Los efectos del bótox suelen notarse entre 1 y 3 días después de la inyección, aunque a veces pueden tardar hasta una semana en verse completamente. La duración de los efectos varía, pero generalmente duran entre 2 y 4 meses. Para mantener los resultados, es recomendable repetir el tratamiento cada tres meses.